De la costa de enfrente, sí, de la otra orilla, vino un pueblo que dejó en nuestra tierra mucho de sí mismo. Tan cerca ahora y tan lejos a la vez, tan desconocidos y al mismo tiempo tan vistos... Hasta que no cruce el mar y compartí buena parte de mi vida, no llegue a comprender los lazos que nos unen en lo más profundo de nuestra humanidad. Ni son gente salida de los cuentos de las 1001 noches ni tampoco la amenaza que muchos se empeñan en propagar; eso sí, son otro pueblo con otras costumbres, otras leyes y sobre todo una visión de la existencia completamente distinta a la que es común en nuestro lado del Estrecho.
Tanto en la lengua castellana, como en el arte y en la configuración de muchos de nuestros pueblos y ciudades se nota la influencia de los árabes y bereberes. En nuestro DNI histórico hay varias cifras que apuntan a esas tierras del Sur. Es cuestión de aprovecharlas y hacerlas valer en un mundo tan dislocado y sin rumbo como el que nos ha tocado vivir. El territorio de la convivencia y la amistad siempre tiene más superficie que el de la confrontación, aunque haya quien se haya entregado a lo contrario.
Os dejo un vídeo sobre arte musulmán.
Ahí va alguna música de estos pueblos para relajar la vida y soñar con el humo del te a la hierbabuena y el aroma de las especias que, molidas, se amontonan en los puestos del zoco.
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